Así estaba Reyes Católicos, alrededor de la plaza del Carmen, tal día como hoy de hace 4 años. Aglomeraciones, multitudes combatiendo el frío con el calor humano, sin miedos, sin mascarillas. Algún día volveremos a estar igual y emergerán los nostálgicos de la pandemia, quienes ahora se alegran de no tener que andar a codazos en Semana Santa, de poder pasear por las calles más turísticas como si estuviéramos en los años 80, quienes se quedaban haciendo barra cuando se alargaba la noche en una discoteca, quienes nunca iban al encendido del Real de la Feria, ni a la ofrenda floral a la Virgen de las Angustias, ni a celebrar -porque además no hay nada que celebrar- la festividad granadina del 2 de enero en triste conmemoración de la “toma” de la ciudad por los Reyes Católicos.
Cuando todo termine, un ejército de solitarias y ermitañas almas vagará por los de nuevo atestados bares sin atreverse a entrar, quizás esperando hasta casi el cierre -cuando ya son pocos los clientes- para hacerlo, quienes saldrán a deshoras a pasear, irán a las playas la segunda quincena de septiembre y escribirán en la arena “COVID-19” o “Viva el 2020”, a sabiendas de lo furtivo del hecho y de lo efímero del mismo, y de que la nostalgia acabará cuando los lametones de espuma marina vayan borrando lentamente las letras de la orilla hasta que no quede ninguna, hasta llegar a la nada en pensamiento y materia, igual que haremos cada quien cuando nos enfrentemos al universo de nuestra propia desaparición.
Mientras tanto felices Reyes a quienes lo celebren. Si este año hubiera habido cabalgata, en lugar de caramelos quizás habrían lanzado vacunas los pajes.