El cartero doblemente vivo (II)

BARTLEBY, EL ESCRIBIENTE

Hace poco leí un relato estupendo de Hernan Melvillle, Bartleby, el escribiente, traducido por Jorge Luis Borges (una buena edición es la de Siruela). Melville incluyó el relato en su libro The Piazza Tales,  de 1856, pero lo había publicado anteriormente, de forma anónima, en el Putnam’s Magazine, en dos números de la revista, en noviembre y diciembre de 1853, curiosamente la misma publicación donde ese mismo año -como veremos después- la crítica había machacado una novela anterior del escritor. Si tuviera que decidir si es el estilo de Borges el que contagia al protagonista del libro, o si es que el personaje de Melville es algo borgiano, preferiría no hacerlo. Conforme avanzaba en el relato me iba haciendo un retrato mental del escribiente, y -hay que ver, cosas de la vida- vine en acordarme de Javier Egea y de su biblioteca. Preferiría no hacerlo, pero voy a hablar del tema. Y es que existen ciertas semejanzas entre Melville y Egea, o entre el personaje de uno -el escribiente- y lo que podría haber llegado a ser un personaje de Javier Egea -El cartero de Quisquete, así lo llamaremos- si el poeta hubiera llegado a desarrollar con más constancia esa afición que tenía a narrar historias y escribir cuentos. Preferiría no hacerlo, pero voy a hablar de los personajes.

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